Los domingos 8 y 22 de marzo de
2015, en una simple expresión: hace ya un año, tuve la oportunidad de visitar el Parque Nacional La Tigra en Tegucigalpa, Honduras, hermoso bosque nublado, que además de satisfacer a alrededor de un tercio del total de las necesidades de servicio de agua en la ciudad Capital, también provee un verde y húmedo ambiente,
un clima acogedor y a favor de quienes quieren llegar hasta La Cascada,
que a mi juicio debe ser visitada por todo aquel que ponga un pie en este
parque, e incluso, hasta me atrevo a recomendarla a todo el que visite ese increíble
país.
Muchas analogías
y similitudes pueden observarse en la naturaleza como ejemplos de vida, de
conducta, que en realidad serán siempre una interpretación exclusiva de quien la precise, unas más inadvertidas que otras, y hasta
geniales, más sin embargo, hay verdades irrefutables más profundas que
cualquier metáfora provista por el ingenio humano, que por ser tan ciertas, ni
siquiera nos proponemos a cuestionar, en principio porque reposan en hechos
absolutos e innegables, como la sombra provista por los árboles, el verde de
sus hojas y la variedad de sus tamaños y formas, como las hojas secas en el
terreno, en la base de los árboles, sus raíces, que en algunos casos deciden mostrarse
sobre el terreno, y muchas características más que se saben ciertas y el
mencionarlas no implica novedad alguna.
No obstante, son estos mismos
hechos, esos que a los ojos de muchos son verdades indiferentes, los que poseen
una riqueza inmensurable, pues no son sólo el resultado de la
amplia naturaleza en sí misma, o de su complejidad orgánica, sino más bien de Aquel
que la creó y tomó para explicar Su reino y las riquezas del mismo, esas
riquezas celestiales, de la manera más simple, por medio de parábolas vivas, a
los que oían y aun oyen, vivientes, para describir con Su buen, agradable y
perfecto ejemplo, entre infinitas cosas, el significado de la convivencia, de la justicia, de la genuina
prosperidad, de la deliciosa armonía, del fruto de la santificación, en fin, de Su
Buena, Agradable y Perfecta Voluntad.
¡Vivamos! Abramos nuestros
ojos, pues las cosas que hoy creemos ver, y que muchas veces buscamos y
pensamos necesitar, esas que son el objeto de nuestro afán, de nuestra ansiedad,
no son las verdaderas, de cierto no son las importantes, sin embargo, con frecuencia arrebatan nuestro
tiempo, consumen nuestra vida, y peor aún, la perseverancia en ellas logra truncar nuestra posibilidad de vivir en plenitud, de sabernos genuinos, únicos,
pero a su vez tan frágiles, tan dependientes, tan necesitados de lo que no
entendemos y en consecuencia subestimamos, si, necesitados de amor, del Amor de
Dios, ese Amor que sobrepasa todo entendimiento, que entrega lo más preciado
con infinito desinterés, sin esperar más que gocemos de Su Bien.
Un
predicador alguna vez escribió: “tú dices que si tuvieses un poco más estarías satisfecho, pero tu estas equivocado, pues si no estás contento con lo que tienes hoy, no estarás satisfecho aunque tengas el doble” Charles Spurgeon. Con propiedad hoy
puedo decir que ni aun después de tener el doble mi alma se sació, y desde
entonces, he tenido presente preguntarme con frecuencia: ¿Se saciará algún día
aquel que hoy esta insatisfecho? ¿Podrá ver las verdaderas riquezas y poner su
mirada en ellas? ¿Podrá entender que lo que hoy ya posee es mucho más de lo que
hoy también es el objeto de su afán? Y he encontrado esta única respuesta: sólo
cuando se cierren los ojos para descansar del afán cotidiano, y se ruegue a
Dios con desesperación, que quite Su velo de nuestros ojos, y permita colocar
nuestra mirada en Cristo Jesús, el autor y consumador de la Fe, en fin, cuando
las verdades indiferentes de hoy ya no lo sean más, y por el contrario, sean
contempladas como valiosas perlas.
"He aquí, solamente he hallado esto: que Dios hizo al hombre recto, mas ellos buscaron muchas cuentas." Eclesiastés 7:29 Reina Valera (1909).
"He aquí, solamente he hallado esto: que Dios hizo al hombre recto, mas ellos buscaron muchas cuentas." Eclesiastés 7:29 Reina Valera (1909).
Jesús dijo:
“1 Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el
labrador. 2 Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo
aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto. 3 Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os
he hablado. 4 Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede
llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si
no permanecéis en mí. 5 Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí,
y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. 6 El que en mí no permanece, será echado fuera como
pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden. 7 Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en
vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho. 8 En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis
mucho fruto, y seáis así mis discípulos. 9 Como el Padre me ha amado, así también yo os he
amado; permaneced en mi amor. 10 Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así
como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor. 11 Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté
en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido. 12 Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros,
como yo os he amado. 13 Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por
sus amigos. 14 Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. 15 Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe
lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí
de mi Padre, os las he dado a conocer. 16 No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os
elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro
fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os
lo dé. 17 Esto os mando: Que os améis unos a otros. (...)” Juan 15
Y durante el trayecto, camino a La Cascada, especialmente en una parada de aproximadamente una hora, periodo al que llamamos en ese momento: tiempo devocional, pudimos meditar acerca de pasajes en la Palabra de Dios en donde es tomada parte de la naturaleza que nos rodeaba, para explicar el consejo de Dios, mas específicamente, a continuación los pasajes:
“(…) 3 a ordenar que a los afligidos de Sion se les dé gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar de luto, manto de alegría en lugar del espíritu angustiado; y serán llamados árboles de justicia, plantío de Jehová, para gloria suya.” Isaías 61:1-3
“1 Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo
de malos, Ni estuvo en camino de pecadores, Ni en silla de escarnecedores se ha
sentado; 2 Sino que en la ley de Jehová está su delicia, Y en su ley
medita de día y de noche. 3 Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, Que da
su fruto en su tiempo, Y su hoja no cae; Y todo lo que hace, prosperará. (…)” Salmo 1
“(...) 5 Porque si fuimos plantados juntamente con él en la
semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección;
(…) 12 No
reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en
sus concupiscencias; 13 ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado
como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como
vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de
justicia.
(…) 22 Más
ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis
por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna. 23 Porque la paga del pecado es muerte, más la dádiva
de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.” Romanos 6